martes, 23 de noviembre de 2010

La Naturaleza


Son las diez y pocos minutos de la mañana, llego tarde a mi cita diaria con mis amigos del bar. Entro acelerado y le pido un café a Alex. La conversación ya está en marcha, pero logro escuchar las últimas frases: “la sal no puede ser mala porque está en la naturaleza, y todo lo que es natural no es malo”. Hoy la discusión ha ido sobre la tensión arterial, de la que por fortuna aún no tengo que preocuparme mucho. Pero naturaleza, ese término da mucho juego. Cuántas veces hemos usado la palabra naturaleza en diferentes discusiones y de tantas maneras. Como por ejemplo, cuando empleamos el término para referirnos a la forma de ser de las cosas, a la naturaleza de las cosas. Por decirlo de otra manera, al conjunto de propiedades de todas las cosas que hay en el universo. J. Stuart Mill decía que naturaleza en su primera acepción era igual al nombre colectivo para todos los hechos. Por lo tanto podemos deducir que naturaleza implica todo: lo animado, lo inanimado, lo racional, lo irracional, los aviones, los pesticidas... En una segunda acepción, pensaba en Aristóteles y su definición de naturaleza como todo aquello que aparece en el mundo sin intervención humana. Aquí me crecen las dudas, ¿Qué hay en el mundo lejos de la acción humana? Si damos un paseo por el monte, y nos detenemos a contemplarlo, ¿hasta dónde podemos concluir que ese maravilloso paisaje no ha sido modificado aunque sea mínimamente por el hombre? Por tanto ¿sería artificial? Si lleváramos este razonamiento al extremo, ¿hay algún humano que llegue a existir sin la intervención de otros hombres?
Al final recuerdo a mi admirado Fernando Savater: “Todo es fabricado y todo es natural en el hombre”

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