viernes, 31 de diciembre de 2010

Poner compuertas al rio

El otro día, leyendo varios artículos de opinión sobre el fracaso de la Ley Sinde, encontré uno en El País en el que decía que no se pueden poner puertas al campo. Tranquilos, no pretendo escribir un artículo a favor o en contra de dicha Ley, dicho sea de paso sería muy difícil posicionarme a favor o en contra; solo quiero reflexionar sobre la frase poner puertas al campo. Bien, pues esta frase viene recogida por la Real Academia Española como la imposibilidad de poner límites a los que no los admite. Si nos centramos en el sustantivo campo, lo usamos porque nos aporta semánticamente el concepto de algo infinito. Pues bien quizá, para este articulo en concreto necesitáramos un concepto referente a la fluidez, a la línea temporal que avanza sin detenerse, esa línea que según la concepción cristiana seria finita y avanzaría desde el Paraíso a el Juicio Final. Recuerdo que una poesía de Jorge Manrique decía “nuestras vidas son los ríos que van a dar al mar que es el morir”. Aprovechándome del gran poeta castellano, quizá si aplicáramos el sustantivo rio otorgaríamos a la frase esa sensación de fluidez (por supuesto que tendríamos que cambiar puertas por compuertas). Y ya de paso que he enfatizado tanto en la fluidez y en el devenir, apuntaría diversas ideas para enriquecer el debate e intentar ayudar a la gente a construir su propia opinión sobre el tema. Hay tres ideas básicas en la construcción del pensamiento Oriental(a grandes rasgos), la primera es que la realidad es cambio, la segunda que el Universo es armonía y la tercera es que el hombre es capaz de transformarse. Estas ideas recogidas en el Taoísmo de Lao-tse, o en el magnífico Libro de las Mutaciones de Chuang-tzu dan visiones del mundo basadas en la esencia fluida de lo real. En Occidente esto vino recogido en algunas ideas de Heráclito, según el cual todo fundamento está basado en el cambio incesante. Sin embargo, la base posterior de la filosofía Occidental se baso en la esencia inmutable de Parmenides, su coetáneo. De ahí saldría la doctrina Platónica y la Metafísica Aristotélica. Tan solo Hegel con su dialéctica recogió la filosofía china del cambio, del ying yang, con su tesis y antítesis.

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